El corazón de un motor ahora es otro. Antaño, el carburador era el dispositivo encargado de enviar al motor la mezcla ideal de aire y gasolina para hacer la combustión en conjunto con la chispa de la bujía.
Desde el inicio de la industria automotriz que el carburador es el encargado de estas tareas. No obstante, al ser un elemento mecánico y no electrónico, tiene ciertas deficiencias e irregularidades que a la larga produce mermas en la performance del carro.
Un carburador tiende a ensuciarse más rápido o a requerir una mantención cada cierto tiempo para que funcione como corresponde. Con todo esto, la industria tomó ciertas medidas y desarrolló los inyectores que son electrónicos, optimizando el desempeño del coche.
Para inyectar combustible al motor, el carburador debe regularse o carburarse para que ingrese las cantidades óptimas de gasolina y aire al motor y así aprovechar su potencia al máximo. Para carburar, se mueven dos tornillos, el de mezcla y el de aceleración.
En tanto, la inyección, se regula a través de la computadora o ECU del coche, la que establece cuánto combustible y aire entrará al motor a través de los inyectores.
Como tal, los inyectores son unas válvulas que siguen las instrucciones que envía la ECU. Así, dejan pasar al motor más o menos combustible dependiendo de los requerimientos en los que se conduce el coche.
El rol de los inyectores es clave en el funcionamiento del motor, por lo que es necesario hacerles una buena mantención, saber diagnosticar sus fallas y entender por qué los inyectores sufren problemas.
Luego de funcionar durante varios kilómetros, los inyectores comienzan a ensuciarse y a hacer menos eficiente el flujo de combustible, presión y temperatura.
Esto ocurre, porque pueden quedar algunos residuos del combustible propios del mismo o bien por sedimentos desde el estanque. Dichos residuos pueden tapar los inyectores mermando su función.
Con ello, las mantenciones o cambio de inyectores oscilan entre los 30 mil a 40 mil kilómetros, pero siempre va a depender del modelo del coche que tengas.
Cuando creas tener problemas con los inyectores hazle un escáner al coche, así podrás ver si hay deficiencias en el flujo de la mezcla que envía el inyector al motor.
1. Aditivos
Ya habrás visto los aditivos limpia inyectores. Estos líquidos se vierten dentro del estanque de combustible para que actúe mientras funciona normalmente el motor, limpiando los inyectores con el motor rodando. Además, los aditivos limpian los conductos que transportan combustible desde el estanque a través de todo el sistema.
Hay una ironía en esto de los limpiadores. Hay algunos tan fuertes, que tienden a remover restos de metales del motor, limpiando todo a su paso al mismo tiempo que va ensuciando. Por eso es mejor usar limpia inyectores más seguido, pues vas removiendo lo que haya quedado.
2. Líquido a presión para limpieza de inyectores
Aquí se limpia el inyector solamente y no todos los conductos por donde recibe combustible. Es como destapar un tubo a presión. El único gran riesgo es dañar el inyector por usar mucha presión.
Para evitar dañar elementos de escape o sensores, es bueno hacer la limpieza recurrentemente y no dejar pasar mucho tiempo. Una o dos veces al año es ideal.
3. Limpieza en taller especializado
Si vas a un taller mecánico para limpiarlos, tendrán que desmontarlos y llevarlos a un banco de pruebas para ver cómo están funcionando, desde la parte eléctrica, hasta ver si hay fugas de presión, aire o combustible.
Se revisa cuánto combustible inyecta y si eso está o no bien calibrado. Idealmente, sus diferencias no pueden superar el 10% en desempeño. Cuanto más similares entre sí, mucho mejor.
Cada vez que uses tu auto siéntelo y escúchalo; a veces las señales de inminentes fallas están ahí, solo hay que saber interpretarlas.
Podrías notar, por ejemplo, que da tirones cuando anda, no está con la fuerza de siempre e incluso podría salir humo gris del tubo de escape.